¿Se le podía negar algo a esa carita? Desde luego nosotras no. Y es que Byron era guapo y elegante. Sus andares y maullidos en la Sala 2 pidiendo comida y mimos no dejaban indiferente a nadie.
Y sin embargo, la historia de este pequeño era, sin duda, increíble pues, a pesar de esa cara, fue abandonado a las puertas del refugio por alguien que se había cansado de él. Esta es una situación que nos ocurre a menudo y resulta un trago amargo para aquellos gatos que están acostumbrados al calor de un hogar y se ven, de la noche a la mañana, abandonados en las calles o, como nuestro Byron, en un refugio con otros muchos gatos.
Byron fue siempre un campeón y supo adaptarse a su nueva situación y disfrutó de unos años en la compañía de amigos gatunos y humanos que le dieron su amor.