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Ganapán

Ganapán no ha tenido una vida fácil. Cuando llegó a la protectora, aterrada y arisca, con sus pequeñines, tenía pintado en su rostro el miedo y la desconfianza que le producía el ser humano.

Hoy está totalmente recuperada del hambre y el frío, pero todavía desconfía, aunque tiene sus pequeños descuidos en los que se deja tocar fugazmente antes de volverse asustada.

Quizás alguien quiera enseñarle que no todos los  humanos somos tan malos, una persona con la paciencia suficiente para darle la oportunidad que se merece. (Abril 2010)